No pongas tu autoestima en una sola canasta

Las personas emocionalmente inteligentes utilizan el principio de complejidad para hacer su vida más fácil y transitar mejor por los momentos de oscuridad y fracaso. Para ello, es importante que comprendas cuántos ‘yos’ tienes.

En mi labor de coaching con ejecutivos veo una constante: Para la mayoría de estos líderes, el trabajo no es sólo un empleo; es una parte fundamental de quiénes son. Para quienes ocupan puestos de liderazgo, ser líder se convierte en parte central de su vida y es fácil que termine por identificarse con su autoimagen. 

Es cierto que la identidad personal está vinculada al rol profesional, pero nunca debe identificarse ni reducirse a éste. Si bien esta conexión parece ventajosa, también plantea un riesgo. Si toda la identidad personal está solo ligada rol de ser líder, ¿qué pasa cuando llegan los desafíos? Un despido o una reasignación no deseada afectarán su autoestima. 

La teoría de la autocomplejidad sostiene que la identidad depende del conjunto de rasgos centrales de la personalidad, de la actividad profesional, de las relaciones que mantenemos con el entorno y con otras personas, así como de los roles sociales que vamos adquiriendo por ellas.

Mientras mayor diversidad de roles tenemos en la vida por las distintas dimensiones de nuestro actuar, mayores serán nuestras palancas y más sólida nuestra personalidad y la estabilidad emocional con que reaccionamos. Esto hace la diferencia cuando enfrentamos un momento de fracaso o incertidumbre.

Nuestra seguridad interior es más estable en la medida que desempeñamos actividades diferenciadas y nuestro yo está diversificado. Es equivalente a que nuestro patrimonio dependa de una sola inversión o que contemos con un portafolio diversificado: si uno de los elementos cae, el resto permanecen fuertes.

El papel de la autocomplejidad es fundamental a la hora de amortiguar el estrés. Aquellos que cultivan una variedad de aspectos del yo experimentan una menor angustia emocional en respuesta a eventos negativos, lo que muestra la cualidad protectora de la complejidad. De ahí el título de este artículo: «No pongas tu autoestima en una sola canasta».

Los líderes emocionalmente inteligentes no limitan su identidad a su rol profesional, sino cultivan intencionalmente una variedad de actividades y dimensiones personales. Un líder, un padre, un amigo, un aficionado, un miembro comprometido con una causa: estos aspectos juntos forman una identidad sólida que ofrece resiliencia ante la adversidad.

Los estudios demostran que los individuos con alta complejidad personal exhiben una mayor estabilidad emocional cuando se enfrentan a una evaluación negativa de su desempeño. La capacidad de compartimentar los contratiempos, atribuyéndolos a aspectos específicos de uno mismo, evita comprometer todo el concepto de uno mismo y permite mantener el bienestar emocional.

Estimular el desarrollo de la autocomplejidad e una tarea que todos agradecen en mi rol de coach ejecutivo. Es evidente que quien desarrolla competencias intrapersonales, es cada vez más capaz de empatía y de relaciones sociales satisfactorias, con las que el propio yo trasciende y nos acerca a nuestra realización personal.