Se vale hablar de tus miedos y angustias

Más que nunca antes, la gente está lidiando con la ansiedad, el miedo y otras emociones difíciles, debido al contexto de incertidumbre. Es frecuente que sintamos duda sobre si debemos o no ser abiertos sobre nuestros agobios internos.

Lo primero que hay que decir es que nunca es sano reprimir los sentimientos negativos. Cuando no les damos cauce y salida, nos intoxican por dentro; literal. A la base de las emociones negativas están ciertos neurotransmisores, como la dopamina, serotonina y noradrenalina que, si no los eliminamos pronto, generan ansiedad y miedo que obnubilan la realidad y nos paralizan.

En medio de las presiones por cumplir, por entregar resultados, por mantener el comportamiento impecable, es demasiado fácil caer en sobrecarga de estrés: eso que solo enturbia las cosas y no nos lleva a ningún buen sitio. 

Sin importar que toda persona experimenta emociones, vemos tres tipos de liderazgos distintos sobre cómo manejan la realidad emocional:

• Los idealistas. No importa cuán difíciles sean las corcunstancias, se enfocan en lo posiitivo y hacen hasta lo imposible para animar a los demás sobre que saldrán adelante y todo estará bien. 

• Los tecnócratas. Se enfocan en el deber ser y hacen todo lo que consideran necesario, prescindiendo de cualquier emocionalidad. Anteponen el actuar al sentir; es el único referente y no hay tiempo para nada más.

• Los naturales. Actúan reconociendo los temores y ansiedades, propios y ajenos. Consideran estos factores en su análisis y en la manera como implementan las soluciones necesarias. 

Las personas se inspiran en líderes conscientes de sí mismos y están dispuestos a mostrar que, como cualquier otro, sienten y están expuestos a la vulnerabilidad, a temores y preocupaciones.

Por cierto, ¿quién dijo que los líderes debían renunciar a ser humanos para ser exitosos? Esta vieja creencia no se apoya en la evidencia. Por el contrario, cada vez hay mayor conciencia que la clave de un gran liderazgo es precisamente entender y asumir los factores humanos integralmente.

Así que tomar conciencia de tu estado emocional, debe ser una práctica habitual en tu vida. Date el espacio para hacer pausas en el rush del día-a-día para reflexionar un momento.

El arte de entender el aquí y el ahora (mindfulness) es sin duda una práctica indispensable, tan solo para sobrevivir y no se diga para actuar positivamente: lograr buen desempeño, el aprecio de los demás y la satisfacción personal. 

Localiza la fuente de tu emoción. La base es la introspección, con la que cada uno explora su propio interior. También sirve escribir, llevar un diario o hablar con un ser querido o con un profesional de la salud mental.

Ten tu pequeño spa diario. Tan simple como darte 15 minutos de reflexión al inicio o al final del día. Puede meditar en la cama, en un sitio que te inspire o aprovechar los tiempos de traslado.

La conciencia de uno mismo –self awareness– es el primer paso para descubrir, asumir y expresar tus sentimientos de una manera saludable, productiva y apropiada. Es la única forma de lograr el necesario control de uno mismo y un comportamiento que luego puedes modelar para otras personas que buscan orientación.

Siempre existe temor a cómo tomarán los otros si les compartimos nuestras emociones,a qué efecto causará. La experiencia muestra que, si lo hacemos en forma natural, los otros no solo lo toman bien, sino ayuda a crear una relación y un espacio más humanos.