Gastamos mucho tiempo y energía tomando decisiones todos los días, algunas menores y otras trascendentes. Y es común que pospongamos decidir cuando no tenemos claridad total y vemos sus implicaciones.
Pero es posible tomar decisiones de manera más eficiente sin importar su tipo.
Una estrategia para ello es poner timer (un temporizador) a las decisiones difíciles e imprescindibles.
Algunas decisiones son tan complicadas que nunca podrás llegar a una certeza completa. Por lo tanto, te ayudará fijar un tiempo específico y, cuando el plazo se agote, toma tu mejor decisión con los elementos que cuentes en el momento, y continúa adelante.
Ayuda cuando puedes reducir la decisión en pequeñas decisiones que no implican tanta inversión y riesgo, para probarlas. Pero, si no puedes, entonces simplemente toma la decisión.
El tiempo y desgaste emocional que ahorras al evitar debatirte en un dilema sin sentido, pagará dividendos en energía y productividad.
Ángel Rivero