No traigas el estrés a casa

No se necesita mucho para que el estrés del trabajo se entrometa en tu hogar, trastocando tu relación con las personas que más te importan. Si quieres desconectarte y recargar baterías, debes ser disciplinado para reenfocarte al final del día. Para ello, crea un pequeño ritual que te ayude a hacer la transición mental del trabajo al hogar. 

Cualquiera que sea el ritual que elijas, éste debe ser algo tan tangible que no haya forma de olvidarlo, que marque un «cruce de frontera» a partir del cual dejarás de lado la tensión del día, hasta la mañana siguiente.

Sería bueno que la gratitud sea parte de tu ritual, ya que las investigaciones han demostrado que sentirse agradecido por las cosas en la vida reduce el estrés sensiblemente. Puedes hacer un alto antes de entrar a casa o al estacionar el auto en la cochera, para recapitular lo vivido durante el día, enfocando todo lo positivo que eso te trae como posibilidad, para ti y para los tuyos.  

También puedes hablar con los miembros de tu familia, haciéndoles saber qué estás estresado y explicarles brevemente qué te tensiona exactamente, y dejárles claro que ellos no son la causa.

Ser abiertos sobre las batallas que frecuentemente libramos en silencio, genera sentimientos de cercanía normalmente, a la vez que ayudas a tu familia a saber lo que necesitas en ese momento. Hay que superar la creencia de que en casa no deben saber mi carga y debo dedicarme solo a darles. Callarlo suele provocar el efecto contrario: ellos reciben los impactos y tú no recibes la energía que necesitas.

Cuando existen situaciones especiales, es muy útil que busques a alguien con hablar más desahogadamente, ya sea un amigo de confianza, un colega o un coach. En muchas ocasiones basta encontrar con quien verbalizar las cosas, para ya experimentat alivio, además que esa persona puede ser una magnífica caja de resonancia y proporcionarte enfoques valiosos.