Impulsa tu auto-confianza

¿Te cuesta expresar tus pensamientos, especialmente en esos momentos que más lo deseas? Bien si lo reconoces. No eres raro. Sucede a la mayoría de las personas.

La confianza no se da por generación espontánea y la falta de auto-confianza no es un defecto inherente a la personalidad. La confianza se construye y depende de varios factores: unos internos (dependen de mí) y otros externos (dependen de los demás). Centrémonos ahora en aquello que depende de nosotros, ya que es lo único bajo nuestro control. 

De mí dependen mis principios y creencias, que conforman mi mindset personal: cómo me percibo a mí mismo (autoimagen), qué pienso y siento sobre mí. También dependen de mí mis comportamientos: lo que hago y la forma en que lo hago, mis reacciones. Todo esto proyecta confianza (o no) en los demás.

A la base de la confianza está la auto-confianza, que define la forma como te miras, y se traduce en comportamientos perfectamente acordes. Así que, para comenzar: 

• Paso 1: Conéctate contigo mismo. Tómate el tiempo para comprender ¿quién eres tú?, ¿dónde están tus motivaciones?, ¿qué te hace único? y ¿qué te hace muy valioso?, porque literalmente no hay nadie igual a ti y tienes algo que puedes compartir, que los demás no tienen y muy probablemente necesitan.

• Esto es un hecho más allá de si te resulta obvio y si lo crees o no. Bien dicen: «Si lo crees así, estás en lo cierto. Y si no lo crees, tienes razón». La verdad depende enteramente de tus creencias personales. Somos lo que pensamos.

• Paso 2: Estimula comportamientos positivos. Comienza por los que proyectan tu seguridad personal: participar actívamente en una reunión, dar tu punto de vista, afirmar tu decisión sobre lo que deseas.

• La seguridad crece en el tiempo a partir de una nueva conciencia más plena. La confianza es como un músculo.

La confianza se puede aprender y practicar, y conviene hacerlo, ya que está a la base de cualquier tipo de relación funcional: pareja, amistad, trabajo en equipo, sociedades, etc.