Si te quivocas, perdónate

Si un amigo te cuenta que cometió un error ¿cómo sería tu reacción? Muy probablemente serías amable y le harías sentir cómodo. Pero ¿cómo te tratas a ti mismo cuando fallas?

Es común que seas condecendiente con lo otros y muy duro contigo mismo: te critiques, te averguences y reproches por tu error y, pasado el tiempo, continúes castigándote en el silencio de tus diálogos internos.

La próxima vez que enfrentes un contratiempo, trata de darte un respiro y practicar la autocompasión sana: aceptar que tienes fallas, pero no dejar que el remordimiento te carcoma; esto es bien distinto de la autocomplacencia. La autocompasión te lleva de perdonarte a la acción; la autocomplasencia te deja pasivo, justificándote.

Darte un break de autocompasión te permite reflexionar, actuar y crecer. Te ayudará mucho escuchar tu cuerpo: percibir tu reacción emocional. Ubicar físicamente el lugar de tu cuerpo donde sientes la incomodidad al pensar en el error cometido.

Preguntarte ¿dónde lo siento más? Entonces admíte en silencio tu error. Date cuenta que eso sucede a muchos porque somos humanos con límites y que, si bien tuvo repercusiones, tiene solución. Te servirá imaginar qué le dirías a un amigo en un caso igual y decírtelo a ti mismo con cariño y respeto.

Reprocharte te ancla más en el problema y no te deja avanzar. Hay que actuar, aprender, dar vuelta a la página y continuar adelante. ¿Puedes decir algo similar a ti mismo, mostrando la misma bondad?

Ángel Rivero, PhD

Consultor senior, Coach y Director